La angelificación del justo en Jose y Asenet


José y Asenet es un libro apócrifo que narra la historia de amor entre José, hijo de Jacob, y la egipcia Asenet, hija de Pentefres, sacerdote de On (en la novela sacerdote de Heliópolis) . A través de esta historia se actualiza el relato bíblico (Gn 41, 45.50-52) a las preocupaciones y circunstancias del tiempo del autor quien procede alrededor del primer siglo de nuestra era y probablemente de Alejandría. Lo que me interesa subrayar en esta entrada es la descripción que se hace algunos de sus personajes al modo de ángeles, dotando a la obra de un profundo significado místico. En esta entrada veremos tres ejemplos respecto a la angelificación de José y alguno sobre la de Jacob. Las conclusiones las veremos en otra entrada cuando veamos la angelificación de Asenet.

El primero de estos ejemplos sucede cuando José, al llegar a casa del padre de Asenet es descrito de la siguiente manera: José vestía una exquísita túnica blanca y la toga que le cubría era purpura, hecha de lino entretejido con oro; también llevaba una corona de oro sobre su cabeza y rodeándola doce piedras preciosas las que a su vez tenían doce rayos de oro en la punta. En su mano izquierda llevaba un cetro real, y en su mano derecha una rama de olivo llena de frutos de una gran riqueza de aceite (5,5). Los vestidos reales de José tienen un fuerte contenido sacerdotal tanto de Ex 28 como de 4Q405 23.ii. 2-13; 11Q17. ix. 3-19. También encontramos semejanzas con los vestidos de carácter sacerdotal del ángel Yahoel que conduce a Abraham a las moradas del cielo en el Apocalipsis de Abraham.

Pero hay más en José y Asenet sobre la descripción angelical del protagonista. Cuando éste llega a casa de Asenet, ésta piensa que desde el cielo el sol ha llegado en su carro a esta casa y brilla como la luz sobre la tierra (6,2). Más aún, la mujer le reconoce como el hijo de Dios, porque después de todo, ¿quién entre los hombres de la tierra puede ser tan bello, o de qué vientre de mujer puede nacer aquella luz? (6,4). La descripción de José en términos solares nos recuerda a la del sacerdote en el Qumran (4Q541); mientras que las referencias a la luz nos llevan al lenguaje de 1QSb y a las descripciones del sumo sacerdote como Ángel de la precencia en 4Q 541; por último su caracterización como hijo de Dios a la de la figura escatológica de 4Q246 y a los ángeles de acuerdo a la lectura de Dt 32,7 en 4QDeut frag. 34.
Hay otro interesante ejemplo de la caracterización angelical de José la encontramos cuando Asenet se encuentra con un ángel quien en cada aspecto era similar a José, con la túnica, la corona y los elementos reales, excepto en cuanto a que su rostro era luminoso, sus ojos como rayos de sol, y sus cabellos como las llama de fuego de una antorcha, sus manos y sus pies como el hierro brillante cuando quema, y despidiendo relampagos desde ellos (14,9).
La angelificación de José en esta obra es de suma importancia porque éste representa al verdadero Israel. La novela no sólo nos cuenta que Dios ha prodigado su bendición constante sobre él, además le llama fuerte de Dios (3,6;4,8; 18,1), hijo de Dios (6,2.6), primogénito de Dios (21,3), amado de Dios (23,10). José representa el ideal del hombre piadoso (8,5-6; 20,8; 26, 2), que bendice y reza a su mujer (8,9-11), que posee el espíritu y la gracia divina (4,9b), que come aparte de los paganos (7,1), se abstiene de las mujeres extranjeras (7,5-7; 8,1b), es misericordioso y siente temor de Dios (8,9), no tiene relaciones sexuales con su mujer sino hasta casarse (20,8). En este sentido podemos afirmar que el verdadero Israel ya en esta vida se ha transfigurado a la manera de un ángel.

Que los justos se transformen en ángeles se ratifica con la figura de Jacob, el padre de Israel, quien en la obra también aparece en forma angelical. En un momento Asenet le dice a José: Voy a ir a ver a tu padre Israel quien es como un padre para mí y como un dios...Y Asenet lo vio y quedó maravillada de su belleza porque Jacob era extremadamente bello a la vista y su avanzada edad era como la juventud de un hermoso joven, su cabeza era toda blanca como la nieve, su cabellera era tupida y gruesa como la de los etiopes, su barba blanca bajaba hasta el pecho, sus ojos eran como flechas que destellaban rayos luminosos, sus tendones, hombros y brazos eran como los de un ángel, sus muslos, pantorrillas y pies como las de un gigante (22,3-7). Esta descripción es de sumo interés porque en gran parte de la literatura judía de la época la divinisación de una persona se describe a través de la transformación de la misma, cuando su cuerpo adquiere dimensiones sorprendentes. Esto se confirma a través de textos como 4Q427, 1QHa27 , 3Enoc 9,2, Pseudo-Eupolemus 9.17. 2-3; 9.18.2 (descripción de Abraham), Filón Op. Mund 146 (descripción del nacimiento de Noé y de Adán). En José y Asenet la descripción de Jacob coincide no sólo con la de José, sino también con la que se hace del ángel.

La representación de José y Jacob como seres angelicales demuestra hasta qué punto la idea de la transformación o divinisación era importante en el judaísmo del siglo primero. Ya en esta vida el justo puede comenzar a gozar de la transformación que implica el ser hijo de Dios. Para más detalles: Men and Women as Angels in Joseph and Aseneth, George J. Brooke, Journal for the Study of the Pseudepigrapha 2005; 14; 1 ; José y Asenet una historia de justificación, Junkal Guevara Llaguno, BIBLID [0544-408X (2005) 54; 3-26.

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